Democracia: ¿consenso o conflicto?

 

La democracia desde la época clásica ha sido empleada para designar un tipo de gobierno donde se reflexione y decida colectivamente sobre los asuntos más importantes de la sociedad, es decir, una forma de gobierno donde el poder político sea ejercido por el pueblo. Pero, ¿fue verdaderamente así? Si bien en defensa de la democracia se han combatido aquellas formas de opresión y se han conquistado libertades políticas e individuales, estas parecen retroceder cuando las desigualdades sociales campean junto al displicente neoliberalismo. Por ello, nuestro propósito no es otro que contribuir al debate sobre la construcción de una válida democracia, a la luz de la crisis social contemporánea y las interpretaciones más difundidas sobre aquélla; develando, así, los principales acontecimientos y teorías sobre democracia en nuestra región.

 

El objeto insoslayable que nos reúne es el impulso a aquella producción intelectual de quienes con acertado juicio crítico analizan las diferentes problemáticas sociales contemporáneas; pero no como un vano oficio, sino, más bien, como un denodado esfuerzo por hallar justicia común; pues, pensamos que en aras de la libertad de pensamiento y la exposición de nuestras ideas, este espacio aspira a ser la tribuna donde se pueda no solo interpretar, sino, también, diseñar mecanismo de solución a los principales problemas del quehacer intelectual y social. Este propósito de estudio pretende ser un espacio desde el cual se difunda y se fomente, pero también en el que confluyan y se enriquezcan, en su pluralidad y diversidad, y acogiendo la mayor amplitud de perspectivas, las indagaciones sobre la realidad social; en nuestro presente caso: la democracia.

 

Teniendo presente el pasado, y sin pretender quedarnos en él, Disenso procura satisfacer la necesidad de contar con una herramienta que propicie y estimule en la comunidad social el ejercicio crítico de la razón, a partir de las principales disciplinas del pensamiento humano; pues, no existe nada más productivo que disentir a lo comúnmente aceptado. Se trata de un compromiso y un deber para con la sociedad; pues todo esfuerzo renovador deja casi siempre un saldo favorable para esta, y todo acto de rebeldía es afirmación —qué duda cabe—  de un nuevo ideal; afirmación de que no hay orden social preestablecido, sino, por el contrario, relaciones humanas orientadas a cambiar en el devenir dialéctico de la historia; subvirtiendo, con ello, el pensamiento contra la injusticias económicas, contra los privilegios políticos y contra las argucias dogmáticas.

 

Helard Añamuro.

Publicado: 2020-07-07

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